El PP ha presentado su lema para la campaña electoral: “Empieza el cambio”. Pero no sabemos si tanto Rajoy como su equipo y colaboradores más especializados ya están en ello y preparando el futuro gobierno del PP y sus primeras medidas de urgencia. Y si todavía no están en ello deberían ponerse a trabajar con urgencia y diligencia para asumir en las mejores condiciones posibles la gran responsabilidad del gobierno de España que les caerá en las manos en los primeros días de 2012.
Para darse cuenta de la necesidad e importancia de esta alternancia política, que parece irreversible, basta echar un vistazo a los acontecimientos internacionales y nacionales que nos rodena: huelga general en Italia, manifestaciones sindicales en Madrid y Barcelona, Grecia al borde del colapso, las bolsas europeas (la hispana en los niveles de 2009) y de Nueva York por los suelos y el temor a una recesión global y, en la UE, a un nuevo y feroz ataque de los mercados a la deuda pública de la periferia del euro, con España e Italia instaladas en la primera línea de fuego.
Y, ante semejante situación, los políticos de una y otra orilla del atlántico se nos aparecen sumidos en la mayor perplejidad mientras los mercados esperan: el próximo discurso del presidente Obama –cuya popularidad bajó hasta el 44 por 100- sobre su política económica y social; y la toma de decisiones definitivas de la UE (¿qué pasa con los eurobonos?) para conjurar la quiebra de Grecia, y de frenar los ataques a las deudas de Roma y Madrid.
En nuestro país Zapatero –desde Ankara- nos habla de la fortaleza española frente a las tensiones financieras y no descarta nuevas medidas de ajuste (Italia ha anunciado la subida de un punto del IVA) que podrían estar en relación con la recuperación del impuesto de patrimonio, a la vez que pide decisiones globales y europeas como implorando los eurobonos a Merkel y Sarkozy. Y todo ello mientras el Senado vota hoy la reforma de la Constitución para lograr el equilibrio presupuestario, y mientras nos adentramos en una larga pre campaña electoral y vivimos un prolongado vacío de poder, una vez que Zapatero y sus ministros están de despedida. Y asistimos a declaraciones sorprendentes del ministro de Justicia (sobre la sentencia del TSJC donde se exige que el castellano sea lengua vehicular de enseñanza en Cataluña), Caamaño, que pone en duda dicha sentencia; o del titular de Industria, Sebastián, quien después de jalear el ataque de Sacyr a Repsol, ahora pide que lo dejen en paz con esta cuestión y carga contra Felipe González porque denunció el riesgo que la petrolera española pierda su españolidad si la mejicana Pemex entra en el control de la compañía.
Nos quedan, pues, hasta las elecciones generales del 20-N, noventa largos días de altas tensiones económicas, sociales y políticas. Mientras, crece el convencimiento, y puede que la necesidad, de una pronta e imparable llegada del PP al Gobierno español con una cómoda mayoría, porque hace falta un gobierno sólido y nuevo aunque solo fuera para ocupar el flagrante vacío de poder que sufrimos por causa de un Zapatero a la deriva y de un PSOE desguazado que no levanta cabeza y cuyo líder Rubalcaba anda sumido en un sin fin de contradicciones. Y en la espera de que ETA les regale el anuncio de la tregua “definitiva” o final de su violencia, como se desprende de la agitación informativa reciente que sobre este asunto jalean los medios próximos al palacio de la Moncloa.
Estamos, pues, ante tres meses decisivos donde España tiene mucho en juego y donde se va a configurar el marco y el nivel de la herencia política y económica que recibirá el futuro presidente Rajoy y el gobierno del PP. De ahí que sería importante y tranquilizador que un gobierno “en la sombra” –al estilo del “shadow cabinet” británico- se ponga a trabajar si todavía no lo han hecho, y no solo para la Convención pre electoral que el PP piensan celebrar en octubre, sino para que el traspaso del poder que salga de las urnas del 20-N discurra con celeridad y a primeros del año 2012 se constituya un gobierno que, en cuestión de horas o pocos días, ponga en marcha una nueva política y la reactivación de la vida económica y social. Queremos imaginar que en el PP ya están manos a la obra, pero si no lo han hecho no deberían perder ni un minuto más.