lunes, 3 de octubre de 2011

DECALOGO DE UNA DERROTA

Desde antes del verano, machaconamente, las encuestas reflejan una abultada distancia entre el PP y el PSOE: 15,6 puntos según el último sondeo de Sigma Dos.
Aunque técnicamente es muy difícil que los socialistas logren remontar esa diferencia en los 50 días que quedan para las elecciones generales, podrían tener opciones. Sin embargo, el PSOE se enfrenta a circunstancias objetivas que hacen prácticamente imposible el logro de ese milagro.

En mi opinión, estas serían las 10 razones que convierten en inverosímil un triunfo del PSOE el 20-N.

El Gobierno de Zapatero deja la peor herencia económica de la democracia.

En los casi ocho años de mandato socialista, España ha pasado de ser un país modélico que generaba la mitad del empleo que se creaba en Europa, a ser el campeón del paro, con una tasa superior al 20%. La percepción de que, no sólo no hemos mejorado, sino que hemos ido a peor, por primera vez desde la muerte de Franco, es generalizada y rompe con la tendencia de acercamiento a la media de renta per cápita de la UE. Además, a pesar de los sacrificios realizados en el último año y medio, España sigue estando en peligro de ser intervenida, como Grecia, Portugal o Irlanda. Ese es el elemento crucial para que se haya producido un vuelco electoral tan significativo desde las elecciones de marzo de 2008, que supone casi 20 puntos (al pasar el PSOE de una ventaja de cuatro puntos en las últimas elecciones a una desventaja de 15 puntos, según las encuestas).
2º El cambio de ciclo electoral perjudica al PSOE.
De forma natural, cada ocho años se produce un cambio de tendencia motivado por el cansancio de los electores y el agotamiento de los gobiernos. Esa razón, entre otras, llevó a Aznar y Zapatero a limitar su permanencia en el poder a dos mandatos.
Independientemente de la situación económica, el PSOE era ya víctima de ese fenómeno de desgaste, que se traduce en la desmovilización de una una parte de su electorado, o bien en el cambio de voto.
La mayoría cree que el PP gestiona mejor la economía.
Una constante en todas las encuestas es que la mayoría de los ciudadanos piensa que los conservadores gestionan mejor la economía. Es decir, que un alto porcentaje de españoles (incluidos muchos de los que dicen votar socialista) da al partido de la oposición más crédito que al PSOE a la hora de solucionar el problema que más les preocupa.
4º Los recortes han alejado al PSOE de su electorado.
La política de ajuste iniciada por Zapatero a partir de mayo de 2010 ha sido un torpedo en la línea de flotación de sus expectativas electorales. El efecto combinado del cambio de ciclo y la crisis económica habían tenido ya una traducción en las encuestas a partir de 2009: el PP superaba al PSOE, pero con escasa ventaja. De hecho, tanto la encuesta de EL MUNDO como la del CIS de enero de 2010 daban al PP la victoria por cinco y 3,8 puntos respectivamente. Esa distancia podía haber sido recortada por el partido del Gobierno. Sin embargo, después del paquete de recortes de mayo, la brecha se ha ensanchado de forma progresiva y dramática hasta llegar a los actuales casi 15 puntos.
5º La campaña del PSOE argumenta que es el mal menor frente al PP.
La campaña socialista está diseñada desde una óptica defensiva. Apela a los males de la llegada de la derecha, como promotora de recortes sociales. Al contrario que en otras campañas, en las que el PSOE ha apelado al voto positivo (ampliación de derechos, rechazo a la guerra, mejoras sociales como la Ley de Dependencia, etcétera), ahora se pide el voto para que el PP no acabe con el Estado del Bienestar. Sin embargo, esa idea-fuerza choca con el hecho de que las comunidades regidas por socialistas han practicado una política de derroche que ha obligado a duros recortes. Para evitarlos, el PSOE propone subidas de impuestos.
6º El giro a la izquierda para ganarse al 15-M aleja al PSOE del centro.
Los socialistas creen que los jóvenes que se han movilizado bajo el paraguas del 15-M son votantes potenciales suyos. De ahí, la recuperación del Impuesto del Patrimonio, o la apelación a que los ricos deben pagar más para salir de la crisis. Sin embargo, el PSOE tiene un amplio electorado de centro que no comparte ese giro a la izquierda, que tiene por objeto, además de seducir a los jóvenes del 15-M, quitarle votos a IU. El «giro a la izquierda» que anunció ayer Rubalcaba en la Conferencia Política choca con la política que él mismo ha defendido en el Gobierno.
7º El candidato ha sido el número dos del Gobierno de Zapatero.
Por mucho que Rubalcaba quiera establecer distancias con el Gobierno de los recortes, resulta poco creíble. El vicepresidente ha sido una pieza clave del Ejecutivo hasta hace unas semanas y ha compartido las políticas de ajuste que han alejado al PSOE de sus votantes. Además, no sólo no representa un cambio, sino que supone una vuelta al pasado. La prueba es la reaparición de González en la Conferencia Política del PSOE como aval del candidato.
8º Falta de legitimidad del candidato.
Una de las banderas de Zapatero fue la regeneración, que le llevó a establecer el sistema de primarias para elegir al candidato. Pues bien, Rubalcaba no ha pasado por ese proceso y ha dejado claro que su suspensión ha sido impuesta por él. No se sabe qué hubieran decidido los militantes socialistas si, como se esperaba, antes del verano hubieran tenido que decidir entre Rubalcaba y Chacón. Ese miedo a las urnas es un lastre para el candidato.
9º La soledad del candidato.
Otro elemento que juega en contra del PSOE es la imagen de abandono del barco que están dando sus líderes. Salgado, Sebastián, Gabilondo, Sinde o Garmendia son una muestra de la desafección y la desconfianza en que Rubalcaba pueda lograr un buen resultado
10º La división de un PSOE, que sólo piensa ya en el próximo Congreso.
El liderazgo de Rubalcaba está condicionado a su resultado en las urnas. Si obtiene menos de 125 escaños tendrá muy difícil presentarse al Congreso como candidato a la Secretaría General. Es más, algunos líderes del PSOE dicen en privado que, si no supera ese listón, debería dimitir. La dificultad para elaborar las listas, la pugna entre Rubalcaba y el aparato, que sigue controlando Zapatero como secretario general, es una muestra de esa división que perciben todos los ciudadanos.
Fuente: Diario El Mundo – Autor: Casimiro Garcia-Abadillo – Fecha 3 de Octubre 2011