lunes, 5 de agosto de 2013

HIPOCRESIA, FALSA INGENUIDAD O MALA LECHE


Cómo no puedo estar más de acuerdo con lo que ha escrito Juan Fco. Martin Seco en Republica de las Ideas, dejo aquí un resumen de su columna del pasado 3 de Agosto de 2013 para que dentro de unos años, podamos recordar lo que fue el caso Barcenas y la Hipocresía de todos nuestros políticos y medios de comunicación.  
 
“Temo que este artículo sea mal entendido. He dudado antes de ponerme a escribirlo. Pero las cosas hay que decirlas como se piensan. Observo con preocupación cómo la actualidad nacional lleva al menos un mes bloqueada por el tema Bárcenas. No diré que sus implicaciones no sean de una gran relevancia, pero creo que el asunto está rodeado de una colosal hipocresía. Medios de comunicación social, comentaristas, tertulianos, políticos, etc., se rasgan las vestiduras y parecen haber descubierto ahora la financiación ilegal de los partidos políticos. ¿Pero es que había en España alguien que no estuviese al tanto de que las formaciones políticas se financian irregularmente?

Desde aquellos contratos de limpieza del Ayuntamiento de Madrid -creo que allá por 1982, y que forzaron, por denunciarlos, a que Alonso Puerta tuviera que abandonar el PSOE, pasando por las Filesas, Malesas, Time Sport… hasta llegar al 3% que Maragall, en sede parlamentaria catalana, arrojaba a la cara a Mas provocando que este amenazase con no aprobar el estatuto, ese estatuto que con tanto ahínco defendería más tarde frente al Tribunal Constitucional como si en cada coma se jugase el honor y el futuro de Cataluña (pero bien mirado el 3% era más importante), muchos han sido los acontecimientos que han señalado sin lugar a dudas que la financiación irregular de los partidos está a la orden del día. ¿Acaso no se han dictado recientemente sentencias en las que se afirma que tanto Unió como Convergencia han cobrado comisiones destinadas, al menos en parte, a financiar a las respectivas formaciones?, ¿y acaso no sabemos que en múltiples ocasiones los bancos han condonado deudas a los partidos políticos o las han dejado relegadas en el balance, que para el caso es lo mismo? ¿Y no ha sido el propio Banco de España el que mandaba provisionar este tipo de créditos en el convencimiento de que en buena medida eran incobrables?

 

El tema sin duda es grave, muy grave, porque en contrapartida, los gobiernos y los políticos están hipotecados a las fuerzas económicas, y deciden en los asuntos públicos en función de los intereses de estas y no atendiendo a la utilidad general; pero grave, muy grave también, porque la injerencia de los poderes económicos desvirtúa los procesos electorales aún más de lo que ya lo hacen los medios de comunicación social. En una sociedad tan compleja como la actual es evidente que existe una correlación bastante intensa entre los recursos que poseen una formación política y sus probabilidades de éxito electoral.

La hipocresía social que estos días inunda nuestros medios de comunicación no se encuentra en que se censure el caso Bárcenas, sino en que se pretenda presentarlo como un hecho único, aislado y hasta ahora desconocido, trasladando la imagen de que el resto del sistema goza de excelente salud. El cinismo radica en que se enfrentan a él en función de sus particulares intereses como arma política, de unos, para debilitar al adversario y, de otros, al enemigo (pues es bien sabido que los enemigos políticos son los que se encuentran dentro del propio partido), y sin la menor intención de solucionar el problema de cara al futuro, al igual que ha sucedido hasta la fecha.

 

La hipocresía social se hace manifiesta cuando, al tiempo que nos rasgamos las vestiduras con el caso Bárcenas o con otros similares, vemos con la mayor naturalidad que los exministros, expresidentes de Gobierno y demás altos cargos se sientan en los consejos de administración de las grandes empresas del IBEX. ¿Es que de verdad creemos que los contratan por su enorme valía?”
FIN DE LA CITA