Todos los niños tienen dentro de sí el potencial necesario para convertirse en un genio. Sólo hace falta motivarlos de la manera adecuada para que lo desarrollen. Esta es la tesis defendida por el experto en educación Fernando Alberca, autor del libro “Todos los niños pueden ser Einstein”
Alberca se refiere a la vida de Albert Einstein para probar que su tesis es cierta. Cuenta que este científico no aprendió a leer hasta los siete años, su madre pensaba que era retrasado mental y su maestra lo calificó como "mortalmente lerdo". La genialidad de Einstein, cuenta Alberca, reside en que fue capaz de usar el hemisferio derecho, el más creativo e intuitivo, para resolver problemas propios del hemisferio izquierdo, el más ordenado, el más racional, el más matemático.
"Cuando en un partido de fútbol Messi se adelanta a los otros jugadores nos parece muy brillante, nos parece genial y es porque ha ido un paso por delante al usar el hemisferio derecho". Por este motivo, este profesor señala como fundamental que un niño desarrolle los dos hemisferios cerebrales para desarrollar todo su potencial.
Si embargo, la enseñanza tradicional está diseñada "para desarrollar más el hemisferio izquierdo". "Todas las asignaturas se dividen en trimestres, en lecciones... Lo ordenado", enumera Alberca, para quien también es necesario motivar al hemisferio derecho, "más generalizador y que permite desarrollar la intuición".
La clave para que un niño desarrolle todo su potencial está, según Alberca, en ver cuáles son las partes del cerebro en las que se apoya menos y potenciarlas. “Los seres humanos son pianos con todas las teclas. Incluso por enfermedad puede faltar alguna tecla, pero siempre se puede sacar la melodía. Eso sí, depende del intérprete el que salga una melodía u otra”
De este modo, si en un niño predomina el uso del hemisferio izquierdo, el más racional, “no podemos explicarle algo” de forma que use solo ese hemisferio, sino que hay que incentivar también el uso del derecho. Si tiene que resolver un problema de matemáticas en el que un chaval tiene cuatro canicas se le puede pedir que imagine cómo es ese niño, cuál es su color de pelo o cómo va vestido, pone como ejemplo.
“Nos hacemos inteligentes al ir aprendiendo, de modo que el ser capaz de resolver los problemas que nos angustian es lo que hace que esa inteligencia vaya creciendo”, garantiza Alberca. “Por eso los padres tenemos la posibilidad de motivar de verdad a nuestros niños”, defiende este escritor, quien expone que desarrollando cada parte del cerebro es posible estimular en los niños “la memoria, la concentración, la atención, la intuición, la imaginación, la creatividad”, entre otras capacidades.
Llegados a este punto, ¿cómo motivar a los niños? Para Alberca es fundamental no confundir la motivación con el aliento. "No es decirle tú puedes, porque eso crea una oportunidad nueva de quedar mal y el niño tiene miedo al fracaso, poca autoestima".
Por el contrario, hay que enseñarle que “ha sido ya capaz de hacer cosas grandes” y, en concreto, es fundamental que no se hagan por él las cosas. "Hay que hacer que se abroche él el abrigo aunque tarde más que si lo hiciéramos nosotros. Hacerle que él resuelva sus pequeños problemas". “Al no protegerlo excesivamente lo hacemos capaz de resolver sus propios problemas”
¿Es recomendable esas agendas que tienen hoy en día los niños plagadas de actividades extraescolares? Para Alberca “puede ser una oportunidad de estimular partes de su cerebro, lo que pasa es que siempre tiene que dominar el niño la situación y no al revés”. “Todo lo que es cargar el día de aprendizaje está bien pero hasta ciertos límites, porque donde aprende más cosas el niño es en casa, en el ámbito doméstico, con los abuelos, con los padres”, explica.
Fuente: Diario El Mundo – Autora: Leonor Cabrera
2 comentarios:
Cucky: Yo también estoy de acuerdo de que los niños aprendenden más con los ABUELOS. Jejejeje. Tendré que plantearme el enviar a mi niña con sus abuelos maternos una temporada.
Una GRAN idea, estoy seguro que los abuelos la disfrutaran y le enseñaran muchas cosas. Besos
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